Dormían tan cerca que la distancia entre las habitaciones, hacía que hasta los sueños se unieran en uno mismo. Cada mañana al despertar, después de haber soñado con él, ella se acercaba a su cama. Se sentaba en el borde y le miraba fijamente. Él se despertaba y se empezaba a reír, y mientras ella le decía escusas de porqué estaba allí, el seguía riendo. Una tarde salieron por el mercado de ropa de Londres. Ella iba subida a sus hombros, y reían sin parar...
Hace 3 años
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