jueves, 29 de julio de 2010

Si te digo que tengo miedo, estoy siendo sincera. No quiero que te vayas de mi lado. Siento un vacío inmenso cada vez que veo una fotografía tuya en la que aparece tu sonrisa. Tengo miedo de que nunca vuelvas a sonreír por mirarme, a que me odies. No vale tanto la pena sonreír si no te regalo mi sonrisa. Por esa razón cada vez que me mirabas sonreía todo lo que podía, para que si alguna vez me imaginas en tu cabeza, me imaginases sonriendo. Aunque las lágrimas me atosigaran por dentro, yo seguía sonriendo. Realmente parecía una imbécil, pero me daba igual. Lo más estúpido, es que tu seguías serio, cigarrillo en mano, desganado, como si mi presencia fuera lo peor que podía pasarte. ¿Era esa cara la que querías que recordara? Ahora cada vez que recuerdo esa noche, me acuerdo de tu imagen seria y tu actitud pasota, mientras yo sonreía como una inútil intentando contagiarte. Esa debe ser la imagen de nuestras almas, un pasota, y una inútil. Nada que no se pudiera predecir antes.

1 comentario:

  1. ¿Sabes? Lo que me encanta de tus textos es que siempre encuentro alguna frase, algun detalle en el que me siento identificada. Tan solo quería que lo supieras.

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