martes, 27 de abril de 2010

Hace falta un simple segundo de reloj para que todo lo que crees se vaya a la deriva. Por un instante, dices algo, y piensas: ¿Quien acaba de decir esto? ¿Yo? Te das cuenta que ni tu misma conoces todos los rincones de tu alma, y que aveces sin querer, la brisa se escapa para que veas que nada es estrictamente lo que parece. 

1 comentario:

  1. Exacto! No dejes de escribir...seguí fumando de tu tabaco que son las letras

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