jueves, 16 de abril de 2009

La dulce voz de un amor irreal, que llegaba a mis oídos cada media noche, bajo lo que para unos serian estrellas, y para mi era cada una de las veces que creía morir de amor por minuto. Sonreía con el único afán, de transmitirle la paz y calma que el me hacia sentir. Especial y imposible, aquel amor rozaba el limite de lo bello, y mientras lo tuve, soñar era demasiado poco, con lo que las ilusiones de tener esa dulce voz frente a mi, me enloquecían. Era diferente, amable, simpático, sincero, dulce, muy muy muy dulce. Su tierno tono que resonaba a través del teléfono, conseguía crear esa sensación de que no te lo acabas de creer, que no entiendes donde ha estado todo este tiempo.

Tristemente, todo esto lo puedo recordar como pasado, y la verdad es algo que entonces, no hubiese imaginado. Tan adornado de mariposas, no creía que eso terminara jamás, pero como todo, la vida me enseño que si. La distancia fue el gran obstáculo, como en muchas otras historias de amor, la dulzura de un encuentro, y unos nervios por besarnos, terminaron aquello, tan especial. Cada uno vive su vida al margen de la otra, y sé que si lo tuviera a mi lado, le amaría cada día más, y le regalaría todo. Pero no es así, por desgracia.

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