domingo, 30 de agosto de 2009

Caí frente al primer eslabón de la escalinata que alzaba el palacio de los recuerdos. Me arrastre a duras penas mientras el dolor me acongojaba las entrañas. Gatee uno a uno los escalones, y conseguí incorporarme. No me falto tiempo para verme reflejada cuando ya casi llegaba al rellano, en el cristal que cubría parte de la puerta. Me faltaba algo, aunque me costó darme cuenta de qué. Acabé por subir el ultimo escalón, cuando me volví para verme y entendí que mis ojos estaban fallidos tras una luz tenue. Que la sonrisa que vagabundeaba día tras día se había ido fundiendo, y que faltabas tu cogida de mi mano.Seguí adelante hasta encontrarme con el pomo de la puerta. Estaba cerrado. Forcejeé y conseguí abrir aquel inmenso portal que olía a madera podrida. Quise adentrarme, pero estaba oscuro y las pocas velas que podían ayudarme a iluminar aquel castillo fúnebre, estaban apagadas. Me acerqué a encenderlas con el mechero que había encontrado en mi trayecto de ida, y las alumbre. Mis recuerdos prendieron forma, color, imagen, sonido... Recordé pequeñas sonrisas a tu lado. Me vinieron a la cabeza millones de miradas, millones. Caricias, besos, fotografías, sueños conjuntos... Tal cantidad de felicidad que la burbuja imaginaría que había creado explotó. Y ahí estabas tú, bajo el humo que parecía que mágicamente había reflejado a mis ojos aquellos recuerdos.

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