lunes, 2 de marzo de 2009

Me rindo ante el tiempo, ante la calma, ante la desesperada felicidad. El cuento maravilloso que todo enamorado imagina, sueña y anhela, es el de una felicidad presente, sin un puro sufrimiento. Es la envidia de esa imagen mental que se imagina, y la desesperación por llevarla a cavo. Mi propia felicidad, es solo mía, tan mía que se que es mi cuenta pendiente crearla, manifestarla. Guardo todo el cariño por dar, mis ilusiones, mis grandes ganas de compartir con alguien, y regalar y derrochar, todo este sentimiento que poco a poco se convierte en desesperado. Siento, que tanto amor, tan escondido, es solo merecido para aquel que realmente me quiera, aunque yo me esfuerce por quererselo dar a quien lo rechaza. Le regalaría una simple sonrisa, al mas sincero, al más detallista, y a ti. Quizás porque es preciso apuntar tu nombre, como la persona más especial que he conocido, quizás porque me moriría por dártelo todo, y por quererte sin miedos...
La impotencia, vuelve a ser presente en mi. Es totalmente una locura, pensar que todo lo que viví yo, lo vives tú, y que yo se lo que sentirás, yo se lo que te arrepentirás de no aprovecharlo, y sin envargo, no puedo decírtelo. Que sé claramente que miedos tienes, que sentimientos rondan tu cabeza, y tus pocas esperanzas de estar conmigo. Sé que no sientes, y que crees que es totalmente acertada tu decisión, pero si yo te dijera como me sentía entonces, y como me arrepiento ahora, de no haberme arriesgado...

Odio todo esto...
odio aguardar cada día con más ansias, de dar, todo este amor que tengo en mi.

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